Sandra Bernaudo Olivito

Por Prensa Once Unidos
24/02/2022

Durante tres años tuvimos el placer de conocer nuestra propia historia de una forma particular, ya no era sólo por anécdotas o generaciones. Empezamos a vivirla y compartirla a través de su pasión por la escritura y sentimiento al Club. Desde crónicas que quedarán siempre en nuestra página para recordar a una persona muy especial. 

En abril del 2019, por la iniciativa de Sandra surge una nueva área en el club, el Departamento de Prensa. Un proyecto en el que pudo transmitir, desde nivel local a nacional, su pasión y admiración que tenía por Once Unidos. Y así desde un trabajo de trasfondo y silencioso, comenzábamos a conocer nuestra historia,  soci@s y deportistas.

La ilusión y predisposición de comunicar y hacer periodismo siempre lo tuvo tatuado en la piel con los colores verde y blanco. La tecnología quizás no era su mejor compañera, pero siempre supo como superar todos los retos, aprender y ayornarse. Por el sólo fin de ponerle un “like” a las notas del club se hizo su primera cuenta en instagram.

Sus notas siempre tuvieron su tinte personal de enaltecer, un poco más, las actuaciones de nuestros deportistas. Pero siempre sin perder la objetividad periodística de comunicar.

Además de su trabajo como periodista, Sandra estuvo siempre acompañando y colaborando con diferentes actividades, desde ayudar en los asados de los eventos a estar en la boletería de la tradicional kermess. También tuvo su pasó por la Subcomisión de Natación, disciplina a la cual  siempre le tuvo mucho apreció, tal vez por esa función o por el orgullo y admiración que tenía sobre Gian (su hijo) al verlo competir. De quien siempre recordó sus registros de cada prueba y las comparaba con los nadadores que competían a nivel nacional.

A la hora de un torneo de cualquiera de nuestros nadadores, ya sea los juveniles, masters o de nivel internacional, frenaba todo y teníamos que ver los 50 segundos a 4 minutos de competencia, de cada nadador. Se paraba al lado mío y desde el susurro, que luego empezaba a subir el volumen de voz, se escuchaba “vamos, vamos, vamos, ay dale (nombre) que se puede” y a cm de tocar la pared se emocionaba por el logró obtenido.

Reflejando este último párrafo, vimos las actuaciones de un medallista paralímpico, Matías De Andrade. En su mundial de Londres, junto a su familia, los nervios la superaban tal así que antes de que “Matute” se tirara al agua ya estaba llorando de emoción.

Su amor incondicional por el club, lo reflejaba en su profesión. Se alegraba por la actuación de un menor en un torneo local hasta un deportista en un mundial.

Algo que siempre recordaré será su “nube”, cuadernos y cuadernos con muchísima información de Once Unidos que gracias a que eso existía la oficina estaba ordenada y no se le escapaba nunca nada.