Te cuento que…
Por Prensa Once Unidos
24/06/2020
Empecé a bailar danza española a los 10 años, por mi papá y mis abuelos que eran españoles. Sus historias despertaron en mí, curiosidad por conocer esa cultura. Fui creciendo y me inscribí en danza clásica y jazz. Era muy tímida y vergonzosa y el baile me ayudó poco a poco a vencer esa timidez e inseguridad.Sentía que era la mejor forma de expresarme sin palabras, solo con movimientos corporales.
Tuve la suerte de bailar en algunos ballets de la ciudad con distintos coreógrafos, y tambien pude tomar cursos, seminarios y talleres con maestros reconocidos nacional e internacionalmente, y así con los años fuí descubriendo mi vocación.
Apenas me recibí, comencé a dar clases en un barrio muy humilde, donde las familias de las niñas no tenían dinero para pagar una cuota, pero les enseñé con mucho amor. Luego pasé a algunos salones para dar clases hasta que me radiqué en España durante seis años y me seguí formando en flamenco, tomando clases de contemporáneo y haciendo presentaciones con el ballet del estudio.
Al regresar, retome las clases con alumnas de todas las edades en dos estudios dirigidos por colegas, hasta que finalmente llegué a Once Unidos donde presenté el proyecto de un Centro de Arte.
Hace nueve años que tengo el orgullo de pertenecer a este maravilloso club. Cada año hago dos presentaciones en el teatro con todo el alumnado, y no dejo de emocionarme cuando las veo. Mis chiquis, son mi orgullo, mi debilidad, mi energía…
Las de pre danza (3 a 5 años) son las que me agotan y me energizan. Es difícil de explicar. Por su corta edad demandan atención y cuidado continuo y a la vez me divierto con su vocabulario y actitudes tan espontáneas.
La danza para mí es pasión. Me ha dado y me sigue dando muchas satisfacciones. Las veo como se esfuerzan cada día, para poder plantarse en un escenario frente a un teatro lleno y desde bambalinas las aplaudo y también me seco las lágrimas, porque siempre me emocionan sus logros y los vivo como propios.
No niego que existen nervios, siempre están aunque uno ya tenga un camino recorrido. Por ellas, por el público, porque quiero que todo salga perfecto. Hay que dedicar mucho tiempo al montaje de un espectáculo, pero es un estrés que disfruto.
La danza es una disciplina muy exigente, estructurada y sacrificada. Es normal frustrarse cuando algo no sale después de horas de intentos, por eso según las edades, busco formas de enseñar jugando para que se diviertan aprendiendo.
Y es ahí, cuando bailo, que me siento otra. Soy yo en lo más profundo de mi ser. Me gusta interpretar, jugar a ser un personaje y transmitir.
Realmente la danza transporta, revoluciona y emociona, y en mi caso…apasiona. Es mi forma de vida, y no la cambio por nada.
Elizabeth Seco, coordinadora del Centro de Arte Marionette, de nuestro club.