Te cuento que…
Por Prensa Once Unidos
01/07/2020
Comencé a patinar a los cuatro años. Mi mamá me llevó para que “gaste energía”, pero sin pensar que despertaría en mí una pasión que me acompañaría de por vida.
La sensación de patinar yo la comparo como un proceso de tele-transportación, es así, te transporta a un mundo donde la realidad desaparece, dando paso a una sensación de libertad y adrenalina. Mucho más aun cuando lo hacemos con música, ya que ahí aparece el arte de expresar con el cuerpo las sensaciones que esa melodía te genera.
Enseñar a patinar es eso, ofrecerle a los niños esa experiencia de un mundo de libertad y creación personal. En el camino nos encontramos con mucha exigencia, ya que es un deporte de desarrollo técnico muy preciso : se necesita la fuerza, la potencia, la flexibilidad de un atleta y al mismo tiempo la delicadeza, las líneas y el arte de la interpretación de un bailarín.
Ser patinador o patinadora es saber “rodas la vida”, con todo lo que eso implica. Tolerar limitaciones del cuerpo, de la mente, aprendizajes en torneos ganados pero aun mas en los perdidos, ser solidario, compañero, humilde, trabajador, persistente, responsable, independiente y miles de cualidades más que todo deporte otorga.
Hace 28 años que soy entrenadora, y lo mas hermoso de enseñar es que a veces puedo cumplir el rol que mis alumnos necesiten. Por momentos soy mamá (confunden en Na de mi nombre con el Má y nos reímos mucho).
En las competencias soy maquilladora, peinadora, humorista, coreógrafa, soy amiga, compañera, psicóloga, maestra etc…Ellos saben perfectamente que si miran hacia afuera de la pista, mi mirada estará SIEMPRE para sostenerlos cuando así lo necesiten.
Natalia Ferrari, coordinadora y entrenadora de Patín Artístico.
